Camino en las alturas de la Montaña de Colores

Camino en las alturas de la Montaña de Colores

Perú

Asistí a una presentación en un local del centro de Cusco; buena música, buen baile, comí muy rico, tome unas copas de sabores y macerados únicos. Más tarde de regreso a mi hotel, cansado por el trajín quede profundamente dormido. En lo mejor de mi sueño sentí que alguien tocaba mi puerta, desperté confundido, al ver de quien se trataba, descubrí que el encargado del hotel venía a comunicarme que mi servicio de tour para visitar la “Montaña Arcoíris” me estaba esperando. Asustado me levante y en menos de lo que canta un gallo ya estaba listo para la aventura. Baje algo avergonzado por la tardanza entre al carro y vi muchas caras nuevas algunas de ellas igual de asustados que yo. Tome asiento y el carro no se movía a los pocos minutos vi llegar a otro participante del tour del mismo hotel en el que yo me encontraba. Me sentí mejor al saber que no era el último de hecho le hice un pequeño reclamo en el sentido de su puntualidad; “se te pegaron las sabanas” y con la confianza del caso emprendimos la aventura.

Pocos minutos me fueron suficientes para quedar completamente dormido. Inesperadamente sentí movimientos bruscos por parte del carro, habíamos dejado la pista de asfalto y nos encontrábamos en una vía de carretera, polvorienta, ya no pude dormir más los paisajes se veían muy interesantes además que note que ya no estábamos a la misma altura de Cusco intrigado por la locación pregunte a mi guía donde nos encontrábamos y me respondió que estábamos a casi 4500 metros de elevación. Lo siguiente fue llegar a un estacionamiento donde ya había muchos carros, el guía nos dio muchas recomendaciones, las cuales no preste mucha atención porque mi mente estaba en los fantásticos paisajes de alrededor. Era momento de bajar del carro, al hacerlo, sentí un aire congelado pero a la vez una pureza en el mismo. Empecé la caminata, con mucho ímpetu comencé a caminar rápidamente, me sentía ágil, libre además que el entorno ayudaba con la aventura. 10 minutos después sentía que mi corazón quería salir por mi boca, buscaba un lugar para sentarme pero la gente me pasaba y yo no quería quedare atrás, me fue imposible dar un paso más. A los pocos minutos mi guía se dio cuenta de mi condición se sentó a mi lado y me comenzó a hablar, me conto cosas graciosas y me saco un sonrisa de donde no había. Entendí perfectamente que debía reducir mi velocidad, que debía dosificar mi respiración. Después de calmarme empecé nuevamente con la caminata esta vez lo hice prudentemente y entendí que a esa altitud de casi 5000 metros la historia de la tortuga y la liebre cobraba fuerza. Lo siguiente que vi fue un pico nevado formando una laguna glaciar, que belleza, que perfección, ver semejante formación me detenía en el tiempo.

Caminando y descansando, ese fue mi ritmo de caminata. Creo que después de dos horas llegue a una parte muy empinada, cuando alce mi vista hacia un mirador, vi mucha gente tomando fotos y celebrando por su triunfo, entendí que la montaña a lado mío era la famosa “Montaña Arcoíris” supe que debía hacer el último esfuerzo aunque me sentía desfallecer, por ratos pensaba que debía haber tomado otra opción tal vez una visita a la ciudad o un delicioso almuerzo con una cerveza fría pero ya no podía dar marcha atrás ya estaba allí así que a seguir adelante. 10 min más tarde estaba casi por completar mi aventura, aunque me pareció una eternidad. Llegue al mirador y tan pronto di la vuelta vi la maravilla que nunca espere ver. Ninguna foto antes vista hace justicia a la genialidad de la naturaleza geológica existente en la montaña, la combinación de colores la continuidad de los mismos. Indescriptible. En un afán por tomar la mayor cantidad de fotos posibles del entorno me di con la sorpresa que hacia el lado opuesto se encontraba uno de los picos nevados más altos de Cusco y del Perú, el imponente “Ausangate”. Todo el esfuerzo valió la pena, sentí que había conquistado una parte del planeta. Más tarde cuando regresaba al Cusco algo adolorido por el esfuerzo físico, no dejaba de maravillarme por todo lo que había visto, lo había logrado había conquistado los 5020 metros de altitud sobre el nivel del mar había llegado a la “Montaña Arcoíris”.

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